miércoles, 9 de noviembre de 2011

El cavernícola que votará por ti el próximo 20N (IV)

Seguimos con la serie de artículos sobre la neurociencia de las elecciones políticas con un artículo que, si el anterior podría haberse titulado "lo que diga la rubia", este podría ser "lo que diga la mayoría". Hoy vamos a hablar de conformidad social y vamos a intentar encontrar a los culpables neuronales de este comportamiento.

¿Qué es la conformidad social? 

Pues es precisamente eso que oímos en ocasiones cuando se les pregunta a todos los del grupo si prefieren ir a cenar a un chino o a un italiano: "lo que diga la mayoría". El primero en realizar experimentos de este tipo fue Solomon Asch y su famoso experimento sobre sociología de grupos.

En el experimento de conformidad social de Asch, se cogía a un grupo de personas en una sala y se les hacía preguntas sobre unas imágenes como la que aparece a continuación:
Imagen: Wikipedia

¿Es el palo de la izquierda mayor que B?
¿Es mayor que A?
¿Es igual que C? 

La gracia del experimento es que de las personas de la sala todos salvo uno estaban compinchados. En ocasiones decían la respuesta correcta, pero en otras ocasiones se ponían de acuerdo para decir una respuesta falsa. En estas situaciones, una de cada 3 personas, respondía lo que respondía la mayoría, incluso sabiendo que estaba mal. Luego incluso justificaban su elección diciendo que no veían bien las figuras por estar lejos de la pantalla, etc. (¿Os suena esto lo que hablábamos de las disonancias cognitivas?).

El resto de personas que respondieron correctamente salvando la presión del grupo manifestaron sentirse molestos e incómodos al tener una posición diferente a la del grupo. Otro dato fue también que la probabilidad de que la víctima del experimento siguiese al grupo dependía de la uniformidad de opinión del grupo. Cuanta más mayoría absoluta, más fácil era que pensase igual que la mayoría.

¿Y esto... por qué ocurre?

La explicación que nos ofrece la psicología evolucionista, en el libro de Geoffrey Miller, The Mating Mind, es que la selección sexual ha ido seleccionando a aquellos individuos que podían socializarse más, que apoyaban más la estrategia general del grupo y que mostraban un compromiso más fuerte con la tribu social a la que pertenecen.

Robin Dunbar (el del número de Dunbar) en su libro How Many Friends Does One Person Need? también habla de las afiliaciones políticas y convicciones ideológicas como un adorno sexual que suele mostrarse más intensamente en conversaciones entre varones en los que están presentes mujeres, lo que apoyaría la idea de que estos rasgos se potenciaron mediante mecanismos de selección sexual.

Pero, ¿y la neurobiología que nos dice?

A parte de lo que ya hemos podido ver en otros artículos sobre las disonancias cognitivas, que podría explicar la justificación de "no veía bien la pantalla", estos individuos ¿lo utilizan como excusa o realmente lo creen? Parece ser que en el caso de la conformidad de grupo el recuerdo se sobreescribe y realmente el nuevo recuerdo sustituye al auténtico.

Un artículo (que explican de forma más tragable en el blog de neurociencia de wired) apunta a que la conexión entre el hipocampo y las amígdalas puede se la culpable de esta reescritura de los recuerdos originales creados como consecuencia de una experiencia sensorial personal por otros creados a través de una experiencia social. Los recuerdos se almacenan en el lóbulo temporal, pero quien decide qué y como se almacenan es el hipocampo, y la amígdala (como centro de control de las emociones) podría decidir sobre la importancia o la emoción asociada a ese recuerdo y parece ser la culpable de que los recuerdos con una componente social sustituyan a los recuerdos originales o "reales".

¿Así que no hay manera de distinguir entre recuerdos verdaderos y falsos?

Eso depende de tu cerebro. Otro artículo publicado recientemente apunta a uno de los pliegues del cerebro (el para-cingulate sulcus) como una de las estructuras que nos permiten diferenciar entre los recuerdos verdaderos y los imaginados. ¿Os suena de algo la frase "lo he vivido o lo he soñado"? Pues parece ser que las personas con este pliegue en el cerebro son capaces de distinguir con mayor precisión los recuerdos verdaderos de los falsos que las personas que no presentaban este pliegue.

¡Sorpresa! 
¡Hay gente que presenta este pliegue en el cerebro y gente que no!

Y todo esto, ¿qué tiene que ver con política y elecciones? Pues todo. De aquí al 20N vais a ver todos los días encuestas que dan como ganador a un partido o a otro. Hablarán de mayoría absolutas, de victorias apabullantes, de triunfos arrolladores... Antes incluso de que hayamos votado. Ahora juntad todo lo que hemos visto en este artículo sobre conformidad social y veréis como lo que realmente están buscando es crear una profecía autocumplida: el hecho de decir que tienen mayoría les hace conseguir esa mayoría. 

Ahora ya tenemos un arma más para pensar libremente. A partir de ahora, podemos enfrentarnos a la presión social de nuestro entorno conscientemente y elegir sin el condicionamiento heredado por nuestro cerebro de la edad de piedra el partido que más se ajuste a nuestras convicciones reales, y no "el de todo el mundo".

¿O acaso en unas elecciones generales vale también decir "lo que diga la mayoría"?

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