martes, 1 de noviembre de 2011

El cavernícola que votará por ti el próximo 20N (II)

Hace unas semanas comencé esta serie de artículos sobre la neurociencia de las elecciones políticas (I), orientado sobre todo a las elecciones del próximo 20N en España. Una de las primeras ideas era hacer un artículo presentando varios estudios que muestran una relación directa entre el tamaño de ciertas estructuras del cerebro y afiliaciones políticas (el córtex cingular anterior o ACC y la amígdala derecha).

Mientras estaba preparando las fuentes y el material para escribirlo, salió publicado un artículo en inglés de la misma temática. El artículo me pareció muy bueno y de hecho, lo que que voy a hacer aquí es resumirlo y presentar los puntos más importantes que expone. Si queréis leer el original, podéis seguir este link al artículo original.

El artículo en sí habla, como hemos dicho antes, de dos estudios (1 y 2) que muestran diferencias en las estructuras cerebrales de personas progresistas y conservadoras. Estas estructuras cerebrales son el córtex cingular anterior o ACC y la amígdala derecha.



¿Por qué es importante esto? Porque estas estructuras tienen una función crucial en el tratamiento de las emociones. Vamos a verlas por separado.

Los estudios observaron por un lado, que las personas con ideología más conservadora tenían un mayor volumen de materia gris en la amígdala derecha. ¿Qué hace la amígdala? La amígdala es el centro de control de las emociones. Es la parte del cerebro que decide si un recuerdo se almacena o no y qué emoción se asocia a él: memoria emocional, especialmente de la emoción del miedo (recordáis los estudios de Pyszczynski y su Teoría de la Gestión del Terror) y el aprendizaje. Las personas con mayores amígdalas suelen tener respuestas emocionales más fuertes.

La lateralización funcional de las amígdalas, similar a la lateralización de los hemisferios cerebrales como vimos en el artículo de las disonancias cognitivas y cerebro dividido, también tiene su miga. Un meta-análisis sobre la lateralización de la activación de la  amígdala con recuerdos emocionales ha encontrado que la amígdala derecha podría estar más relacionada con respuestas emocionales relativamente rápidas y automáticas, mientras que la amígdala derecha podría estar relacionada con procesos congnitivos más complejos que precisen probablemente scripts lingüísticos (recordamos que estas reglas lógicas y el propio lenguaje está mayormente almacenado en estructuras del hemisferio izquierdo).

Por otra parte tenemos el cortex cingular anterior (ACC). Estos estudios encontraron un ACC más desarrollado en personas con una afiliación política progresista que en los conservadores. ¿Y qué función tiene el ACC? El ACC es también una de las estructuras clave en el tratamiento de las emociones y forma parte del sistema somatosensorial del cerebro. Una de las funciones que parece tener es la la discriminación de información importante frente a la información no relevante o ruido y la detección de errores. Esta parte del cerebro parece especialmente importante en la resolución de disonancias cognitivas, resolución de conflictos y flexibilidad cognitiva.

Ahora, y después de todo esto... 
¿Qué demonios tiene que ver esto con la política?

En el artículo original citan otro artículo de "The Guardian" en el que explican ¿Qué significa ser Progresista? (en USA "liberal" equivale a nuestra visión "progresista"). También podéis ver esta infografía en la que se resume bastante visualmente cada una de las visiones políticas a las que nos referimos en este artículo:

Como podemos ver, la visión progresista se define por "adaptación a los cambios", en contraposición con la visión conservadora de estabilidad y resistencia a los cambios. Un mayor ACC podría ayudar a las personas de visión progresista a resolver disonancias cognitivas ante cambios y reformular las reglas de su hemisferio izquierdo para adaptarse a nuevos entornos o situaciones, mientras que una mayor amígdala haría que los conservadores se guiasen más por sentimientos y respuestas emocionales rápidas y automáticas (patriotismos, sentimientos políticos, religiosos...) que por razonamientos lógicos basados en el hemisferio izquierdo. 

Antes de nada, todo esto no es ninguna crítica ni a una visión política ni a otra. Tan solo he querido mostrar como nuestra elección política no es tan libre como nosotros pensamos y que estamos condicionados, no sólo por nuestra anatomía, sino también a reaccionar de una manera más marcada a argumentos políticos diferentes. Un progresista reaccionará mejor a argumentos lógicos y un conservador reaccionará mejor a argumentos que activen sus sentimientos y emociones porque su cerebro genera más estímulos y actividad para cada uno de ellos de manera diferente. 


A partir de aquí, voy a "copiar" también las conclusiones que escribe en el artículo original, ya que me parecen de los más importante del artículo. 

Ahora sí, las conclusiones: 
  1. El cerebro es plástico. Esto significa que si utiliza más una parte o función, esta se desarrolla más y si no la utilizas, esta se atrofia. No estamos seguros de si esta diferencia es innata o se deriva de la forma en la que las personas aprenden y utilizan su cerebro, ya que para ello necesitaríamos estudios longitudinales en el tiempo para ver su variación en una misma persona. Yo personalmente me inclino por la segunda opción.
  2. No todos encajamos en una de estas dos definiciones. Hay personas que tienen un ACC más desarrollado que la media y otros tienen mayores amígdalas. Sin embargo también puede pasar que no tengan ninguna de ellas especialmente desarrollada... ¡o ambas!. En neurobiología las cosas no suelen ser blancas o negras, sino que hay muchos tonos de grises y siempre los resultados son estadísticos y con respecto a "medias" poblacionales. 
  3. La afiliación política es una opción personal. Esto quiere decir que aunque haya una correlación, no significa que si naces con un gran ACC tengas que ser progresista o al contrario. 
  4. Las personas suelen juntarse con otras similares a ellos, sin importar su afiliación política. Muchas personas sólo hacen lo que hace la mayoría y no deciden realmente por si mismas. Esto tiene que ver mucho con "el voto útil" y el bipartidismo en el que vivimos. Por mucho que escribamos artículos de la neurociencia de las elecciones políticas, no sirve de nada si la gente no quiere o no sabe elegir su propio voto y simplemente vota al caballo ganador. 
¿Aun creéis que elegimos libremente nuestro voto? Dentro de poco seguiremos la serie con otro artículo en el que nuestros candidatos van a "dar la cara"... literalmente.

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